Con el paso del tiempo y principalmente por el descuido de sus dueños, las cerraduras suelen atascarse. Esto siempre sucede en le momento menos oportuno y te ves sin poder entrar o salir de casa cuando más prisa tienes. Tal vez la llave no gire o ni siquiera entre en el bombín. Ambas cosas son claros síntomas de que la cerradura está atascada. Arreglarla es muy sencillo. Más aún si siempre le das los cuidados necesarios y no la maltratas con golpes o prisas.
Cuando una cerradura se atasca es básicamente por la falta de engrase en alguno de sus componentes. La solución más frecuente es desmontar el cajetín y engrasarlo con aceite o vaselina que deberá aplicarse con un pincel. Es necesario que se lubriquen las piezas de manera periódica y no esperar a que se atasque para hacerlo, ya que la grasa almacena polvo que es lo que finalmente atasca la cerradura. Una alternativa para su limpieza es el grafito, ya que es un lubricante que se emplea en ejes, bisagras y todo tipo de engranajes. Además no retiene el polvo con lo que el funcionamiento de la cerradura tendrá una mayor duración.
Un truco estupendo para conseguir grafito es utilizar las minas de los lápices, ya que éstas son ricas en este componente. Se han de pintar con un lápiz todos los dientes de la llave e introducirla en el bombín. Cuando la llave gire estará lubricando la cerradura. Se puede hacer también con parafina que resulta igual de eficaz y duradera. Para ello se ha de sumergir la llave en agua caliente y después en parafina. Hay que meterla en la cerradura y abrir y cerrar varias veces hasta que funcione sin problemas.